sábado, 12 de mayo de 2012

¿Estamos todos realmente conectados? Digo, claro, puedo vernos a todos embobados con la tecnología, pero no puedo evitar preguntarme si no es acaso aquella un tipo de ceguera? No sistemica, no me refiero a eso ahora, de aquello muchas opiniones se han vertido; varias comparto. Me refiero a esa conexión que es casi como una comunicación muda, intangible, fantasmagórica (hoy), la que hizo que aquí y allá saliéramos del agua y nos pusiéramos de pie.
¿Por qué es tan difícil creerla? En lo personal la experimento a diario, con ustedes, sólo que ustedes no lo saben. Porque no quieren. Despertar y haber soñado con alguien, ver el diario, sin leerlo, y que te salte únicamente esa palabra que junto con la sonrisa que casi te sonroja venga un recuerdo, escuchar una canción, ver una escena de una película o un apotegma perdido en un libro y salir a la calle pensando "¡vaya, porqué tantas coincidencias!" y mientras apresuras el paso para no llegar tarde ¡paf! chocas de frente, o suena el celular, o lees algún correo ¿de quién? obvio, de esa persona.
Lo que no entiendo es, porque si despertó, desayunó, caminó, y hasta decidió cosas por nosotros sin estar ahí físicamente ¿porqué no verlo? ¿Por qué si suena un celular el neo-instinto nos hace contestarlo rápidamente no somos capaces de devolver esa "llamada perdida" tan potente, libre, única y precisa? ¿Cómo pasó que nos volvimos tan dependientes de algo impreciso, evidente, obvio e imperfecto por sobre la transgresión de la materia y el espacio que significa ese gesto? ¿Cómo puede éso no importar o importar menos?

Si de pronto aparezco, sin cuerpo y sin voz, no lo pases por alto que de éste lado hay alguien comunicándose.

jueves, 3 de mayo de 2012

Hacia donde sea


Mi nombre es 1909 1987, marca concreta y clara de lo que se ha dispuesto sea mi personalidad, provengo de un núcleo alegre y creyente, miserable como se acostumbra que lo seamos casi todos, casi… ese enorme tajo que rasgas las venas de tantos como yo, ése casi nos divide en unos cuantos y todo el resto, resto, eso es lo que somos, lo que se quita, o lo que se doblega, res como las carnes amorfas bombeadas, y lo peor; consumidas, y así es como me siento.
Nada de lo que he hecho ha sido de mala fe, eso se lo puedo prometer, mis intenciones son fuertes pero no dañinas, o eso intento, no es que sea una persona inestable, bueno, quizá si lo sea un poco, o a veces mucho, ¿y quién es estable el día de hoy?, quizá no esté bien serlo, no le parece a usted que la estabilidad por estos días es un gusto que nadie puede darse, y es que cómo serlo, por ejemplo yo no entiendo a esas personas que intentan estar siempre bien, ¿cómo podría alguien en su sano juicio estar bien con tanta tragedia, con tanta hambre, con tanto animal muerto? No sé usted, pero vivir estable con tanta miseria alrededor me parece un poco psicópata, como esos que salen en la tele que violan a las niñas, o que andan matando a montoneras de personas, pobre gente, después hasta sus vecinos aparecen diciendo que son buenas personas, que nunca les vieron nada raro y que jamás se lo hubieran imaginado, como que explotan de un segundo a otro. Bueno, quién es uno para juzgar cierto, yo misma siento a veces que me voy a volver loca entre tanta miseria, y es que ¿cómo no?, se lo digo enserio, incluso si usted va y le dice a mi familia que estoy loca y me tienen que encerrar en un manicomio ya verá como todos le dicen que no, y es que esta clase de cosas uno las tiene que conversar con la familia, igual que la muerte, uno debe instruir a los que le rodean sobre cosas como estas porque la muerte y la locura pueden llegar en cualquier minuto, igual que la pobreza y los golpes militares.
Bueno, yo estoy aquí háblale que háblale y usted quería saber algo. ¿Qué es lo que me había preguntado?  Ah, si, claro, por la culpa ¿culpa yo dice usted?, o sea, me refiero a que me pregunta si es que siento culpa ¿verdad?, culpa es una palabra muy fuerte pues, es algo pesadito, como los enormes sacos que cargan miles de niños a sus espaldas por un trozo de pan, y eso que fíjese que ya no tenemos esclavos, porque se imagina usted como sería si aún se pudiera, pero igual pasa, con todo esto que tenemos de los derechos y la internacionalización, sigue pasando, ¿no lo encuentra usted un desastre?, la culpa es igualito a eso yo creo, algo que se siente pesado en la espalda, o en el estómago, de todas formas no sé porqué lo relaciono con esos pobres niños, como que me dice culpa y ¡paf! se me vienen al tiro las imágenes que he visto de esos pobrecitos, y es que si uno es una persona honrada qué más puede entender por culpa, si uno no es la que dirige el mundo, esos son otros, uno es como un cómplice colateral del asunto no más, es que también no es mucho lo que uno puede hacer, cosas cotidianas; no comer carne o reciclar por ejemplo, pero qué más, usted mismo por ejemplo, que trabaja aquí, usted si que puede hacer más, no es que yo piense que si le digo culpa usted piense en eso, no, lo que yo creo es que gente como usted tiene mucha suerte, porque ustedes no ven ésa imagen cuando le dicen culpa, más que mal ustedes son los que hacen cosas para que eso se acabe, ¿verdad? No, culpa yo no siento, es que yo no creo que haya hecho nada malo.
Me distraje, es que a veces me voy lejos, no físicamente, yo no tengo esos poderes pero la naturaleza me dio una nave que vuela alto, y a veces es como si me subiera hacia donde sea y por eso me quedo callada, es como que yo dejara de estar aquí, o sea, igual yo lo veo, y si usted me habla yo lo escucho, hasta le puedo responder, pero también estoy en otro lado, ahora mismo por ejemplo, me quedé pensando en eso de que no hice nada malo, lo sigo creyendo por si acaso, o quizá no tanto, es que claro, hice cosas, pero no le parece petulante a usted enjuiciarnos entre humanos lo bueno y malo de nuestras acciones, por ejemplo, yo antes pensaba que los hijos eran los que podían enjuiciar a sus padres ¿usted tiene hijos?, yo no tengo y no quiero tener, es que me parece tan cruel traer otro humano a este mundo, y no es por la miseria social, que igual es harta, sino por lo otro, por lo material que no se considera, no lo material del dinero, sino del planeta ¿ha comido usted paltas con sabor a albaricoque? ¿o esos tomates que por dentro son blancos?,  tanto que hablan si los homosexuales son o no normales ¿y los tomates? me pregunto yo, porqué nadie se los cuestiona y no se meten en su vida y les prohíben contraer matrimonio.
Usted quiere saber porqué estoy aquí, la verdad es que yo no entiendo muy bien el porqué, y es que con este sistema es tan difícil saber porqué uno está dónde está. Si, si, le contaré todo lo que pasó antes de que llegara aquí, pero es que usted puro mete y mete preguntas y si no me deja ni responderle ¿cómo quiere entender así? Ya, mire, lo que pasa es que había una reunión donde se iban a mostrar los avances de la ciudad a la población, no le parece a usted curioso que todos seamos la población y que también a las villas pobres se les llame así, a mí me da risa, es que toda la hermosa ironía de la vida me da risa, ya, la cosa es que estaban mostrando eso, y después de esas cosas típicas que son para que unos cuantos se sientan superiores, mejores y benefactores de todos los otros dieron la posibilidad de que la población dijese también algunas cosas, y bueno, como nadie hablaba yo tomé el micrófono y me puse a decirlas, lo que pasa es que parece que no eran esa la clase de cosas que se suponía yo tenía que decir. Después de que estuve todo el año yendo a golpearles las puertas para que me escucharan, pero no por fastidiarlos, sino para ser una colaboradora del municipio, no se ría oiga, yo creo que hasta que no se demuestre lo contrario se presume la buena fe, entonces ¿cómo voy a creer yo que cortar los viejos árboles de la avenida principal, obstruir la ciclovía con materiales de construcción o despedir sin razón alguna a buenos empleados para reemplazarlos por holgazanes que no saben lo que hacen, sea algo que el municipio haga a propósito? No pues, si uno no puede andar con esa clase de prejuicios por la vida. La cosa es que durante todo el año yo estuve yendo a visitar  a hartos de sus colegas para darles ideas y contarles lo mal que se estaba viendo su trabajo, para que pudiéramos mejorar. Ninguno tuvo tiempo para escucharme, porque son gente muy importante, como usted, pero no crea que fue lo único que hice, como no podían atenderme les mandé mensajes por computador, y después de como cuatro o cinco que nunca me respondieron pensé que quizá ese era el mail que no ocupaban, si al final ¿quién no tiene una dirección para puras suscripciones? Bueno, después de eso decidí comunicarme con ellos por un medio más oficial como la prensa local, pero me publicaron sólo una carta al director y ya después nunca más nada así que decidí juntar todas las cartas y cosas que había hecho para comunicarles mis aportes e hice que una especie de revistita llegara por correo al secretario municipal, pero con tan mala suerte para mi revista que éste no lo leyó y la tiró a la basura, luego las encontró un niña que es como bien movida y se mete harto en política y consideró que mi revista decía verdades, que era lo que finalmente a mí me interesaba, y la fotocopió, una de esas fotocopias llegó un día a mis manos, yo le digo un día, debe haber sido como ocho o diez días después de que yo la despaché por correo y ahí me enteré de lo que había pasado, igual para qué le voy a andar con cosas, cuando lo supe y después comencé a ver la fotocopia por hartos lado, me sentí un poco orgullosa, y es que cómo no.
Como verá, con todos los antecedentes que le he entregado, y como bien supondrá su espíritu agudo, afinado por sus años de servicios, lo que yo vengo a hacer aquí es denunciar a toda esa gente, o sea, no, no a toda, me refiero a los organizadores del acto, ¡si pues!, a ellos, no me ponga esa cara como que se sorprende de lo que le digo, no ve que me decepciona, pero si es obvio, si un día antes de que fuese ese acto toda la ciudad hablaba de lo que yo había escrito, si todos sabemos que nunca se deja el micrófono abierto a no ser que tengan una especie de palos blancos tratados para que sean los que hablen y que después justo se acabe el tiempo, no es cuando menos digno de investigar una mala jugada en mi contra, para reírse públicamente de mí, o qué cree que hicieron cuando escucharon parte de lo que tenía que decir ¿aplaudirme? no señor, me agredieron, me agredieron porque me mandaron a sacar de un lugar que es público, ¡me desalojaron de la calle! ¿qué es eso? Y más encima en frente de toda la gente que me conoce, si hasta con carabineros, así que dígame usted ¿qué tengo que llenar para que se haga justicia?

En el vientre un motor


Tuve miedo. Aquella noche sentí el frío que recorre la espalda del cual hablan todos los que vez alguna también han sentido miedo. Tuve miedo, y lo sigo teniendo ahora. El miedo no es tan sólo una sensación, es algo más que eso, mucho más, es como un disfraz que se queda pegoteado al cuerpo, o como la máscara que le deja a los dedos la cola fría cuando se hacen artesanías. Cuando lo sientes por primera vez lo sigues sintiendo en la vida, si te ha dado miedo una almohada, por ejemplo, es probable que en adelante cada una de las almohadas que veas te traiga el miedo prematuro de vuelta, aunque ésta almohada sea buena, mucho más confortable y con colores brillantes, a la memoria sólo le importa su condición esencial; ES almohada. Supongo algo similar pasa con los humanos, y es que tenerle miedo a los botones es mucho más cómodo que temerle a los humanos, es cierto que los diseñadores de vestuario se han empeñado en hacernos dependientes de los botones, pero no son algo de lo cual no se pueda escapar, existen para bienaventuranza de esta condición los cierres, o los cierres americanos que suenan además tan bonito, pero los humanos ¿cómo se escapa de ellos?
Desde hace algún tiempo he estado cambiando de ciudad constantemente, en búsqueda de espacios menos viciados de la presencia humana, cada vez he tenido que internarme más para poder huir, y es que los humanos siguen apareciendo. Tengo miedo, no lo puedo evitar, cada nuevo tranquilo hogar que he tenido ha sido placentero por poco tiempo, y luego comienza de nuevo la explosión, siento como me siguen, lo sé, me están vigilando, no me dejan tranquila, quieren enloquecerme ¡me desesperan! Vienen y se llevan todo lo hermoso que queda de vivir en sociedad.
Cuando un pequeño grupo de personas vive en comunidad es tranquilo, se reparten las tareas, no viven juntos claro, pero la división del trabajo social puede presenciarse como un acto divino, pero luego ya comienzan a aparecer más y más humanos, con sus cabezas repletas de infecciones que se propagan sin cura, quedando el lugar que fuese tranquilo convertido en el infierno. Si hubo unas cuantas tiendas de ropa, dos o tres restaurantes, un Servicentro, una que otra botillería ubicados en dos o tres cuadras de la ciudad, con la llegada de los humanos todo eso queda en el recuerdo, pronto comienzan a aparecer los grandes edificios desde donde me vigilan, tienen ventanas por todos lados, en cada una de las habitaciones de sus cientos de pisos, me miran y yo no puedo devolverles el repudio que me causan, cuando intento ver quién está detrás de toda esta conspiración, el destello del sol me pega justo en los ojos, dejándome un poco más ciega.
No sé si mi propia desesperación es más de temer que los actos de la humanidad, después de todo también les pertenezco en cuanto a la esencia se refiere, pero les pertenezco tanto como lo hago a los árboles, ríos o mares, y con estos últimos siento mucha más empatía. He pensado varias veces en entregarme, simplemente rendirme, ellos me siguen, destruyen todo y me obligan a vivir en su miseria, por más que huya siempre llegan a mi refugio contaminando, atacando, poniendo sus máquinas donde hubo personas y personas donde hubo tristeza. Luego me tranquilizo un poco y doy cuenta de lo estúpido de mi pensamiento, ¿entregarme?, como si lo necesitaran, siempre saben dónde estoy, las cosas que leo, la comida que consumo, las obras que tiro a la basura, mis planes, ¡todo!, ¿cómo entregarse a quién te tiene preso? ¿qué más puedo hacer? Tengo miedo, los humanos me están matando.
Lo que no entiendo es por qué no vienen, me dan una golpiza, me violan y después me matan, o me matan primero, como quieran, por qué darme tanto sufrimiento antes, porqué atentan contra mi espíritu que nada les hace y todo lo que ofrece es bondad, y no hacer nada contra lo que realmente les molesta, mi ser físico. Siempre me he mostrado como una mujer contraria a la violencia y he manifestado pública y tajantemente mi oposición a las torturas, pero tengo tanto miedo que lo prefiero, y es que esta crueldad que practican los humanos en mi contra se lleva mi alma, me está dejando caer en ácido el espíritu y volviendo al arte un producto de las máquinas.
Hace unos años huí hacia un lugar cercano al mar donde el bosque era frondoso, el canto de los pájaros hermoso y la comida saludable, la gente por su lado amorosa como suele ocurrir en el sur de mi país, hospitalaria y alegre, con el ímpetu latinoamericano tan sabroso. Hasta allá llegaron los humanos, primero comenzaron a buscarme entre los árboles arrancándolos uno a uno y llevándoselos en inmensos camiones ruidosos y dañinos para las rutas simples que utilizábamos con nuestras bicicletas o automóviles ligeros, como no lograron verme porque me escondí muy bien comenzaron a reponer lo destrozado, una reposición ordinaria y mal intencionada como suele ocurrir con esta clase de seres; árboles que no eran de la zona, que crecían rápido y mataban la tierra y que cada tanto sacan nuevamente y vuelven a poner, y es que cuando no me encuentran en un lugar cada cierto tiempo vuelven a intentarlo por si es que he regresado. Después se les ocurrió que podría estar bajo el agua, que es algo que nunca he intentado, no por falta de ganas que me sobran sino por lo obvio, falta de recursos, y es que vivir bajo el agua es una inversión mayor. Instalaron una gran planta que introducía enormes brazos en el mar, como una especie de túnel submarino, desde ahí lanzaban desechos a las aguas con la intensión de que se repletara el espacio y saliera a flote, no tuvieron suerte, pero la planta sigue ahí. También intentaron que atendiera sus nubes de humo, como si no supiera yo lo que pretendían, me enojé, es cierto, eso lo lograron, ver el cielo repleto de humaredas no fue nada grato, además quemaban tanto para lograr mi atención, como si no la tuviesen. Fue triste ver bosques, mares y cielos destruidos. No pude seguir allí y cambié de ruta, estaban demasiado cerca.
Llevo años huyendo, plantando bondad, alegría y motivación en cada lugar que piso, para que después lleguen los humanos y arrasen con todo, sin prestar atención. No puedo seguir porque ya no hay lugar donde ir, están por todos lados, no hay fronteras para los humanos y sus ejércitos que crecen cada día más. Me han invadido y saqueado, me han robado, oprimido, quieren que me vuelva un ser triste, que viva en y por la miseria, me miran a los ojos y no es ardor lo que veo sino risa,  me han hecho esclava en un mundo que habla de libertad, me extorsionan y denigran, me descalifican y torturan, me quitan el alimento y me contaminan el agua, lo hacen aquí y en el resto del mundo, lo hacen sin que nada pueda hacer. Me han dejado sin espacio para huir. ¡Tengo miedo! Mis palabras han caído en precipicios por culpa de sus sordos oídos o sus mentes mal configuradas, y todo cuanto he hecho se lo ha llevado el camión de la basura, junto con los residuos industriales, como si  mi arte y su miseria en el fondo fuesen lo mismo ¡me persiguen para reírse de mí!
Hace unos meses he decidido esconderme, reflejo del infortunio en que me han acorralado, ¡esconderme!, huir es una cosa muy distinta a esconderse, cuando uno huye es porque de alguna manera algo tiene para combatir, huir es arrancar de aquello que no se quiere porque existe un lugar donde no está, los judíos huyeron a los países donde podían estar tranquilos, lo mismo los comunistas o aquellos que pertenecieron a la ex Yugoslavia, ninguno de ellos pensó que la catástrofe es esto. Esconderse es distinto, es aceptar que nada hay en común entre el todo y el yo. Si no se entiende, esconderse es no querer estar en el todo pero seguir viviendo, es repeler todo lo que el humano ha puesto en el planeta y al humano mismo. Yo me escondo, como si me hubiese convertido en una bestia de la oscuridad.
El dilema del querer también es complicado, implica voluntad, y en mi caso una voluntad implícita, yuxtapuesta, externa e interna a la vez, una voz fantasma, no de lo que no habla, sino de lo que no se puede comunicar, esa voz que no tiene sonido pero que existe, que ya la siento y cuando la escuche por primera vez será como reconocerla, la voz tendrá un rostro y será hermoso, como el sol entre nubes rojisas y anaranjadas en un cielo azul, y tendrá un alma que sin duda será noble, pura como el infinito, un alma frágil que me hace tiritar cuando la pienso, vulnerable, mi cara expresa terror.
Tengo miedo, como nunca lo había conocido, estoy sola, rodeada, sin armas, hace meses me escondo en la fortaleza del destino, estoy dañada con una bomba en mis manos. Tengo miedo. Los humanos están por todos lados, ya lo sé yo que pude vivir los resabios del planeta no infectado y que he vivido la pandemia, no encuentro forma de escapar de esto. A esta existencia estoy trayendo otro ¡me enloquecen!



He comprendido, lo peor es entenderlo; la vida es un juego que se acaba cuando les das otro con quien jugar y pasas al otro lado.

Concurso Rosas y Versos


¿Recuerdas cuando nos conocimos? Fue más un episodio simpático de la vida que un encuentro; nos topamos en el estacionamiento de bicicletas. Creo que es un comienzo tierno. A las horas siguientes nos encontramos bajando las escaleras, y claro, sonreímos. Más tarde, tras un tercer tropiezo fuimos por un café.

¡Qué jóvenes éramos! Queríamos sentir la vida, criticarla, soñarla, cambiarla. Nos tengo un cariño especial a lo que fuimos ahí, símil al que se siente por los más pequeños de la familia. Éramos puros y hermosos, con tantas ideas… Por esos tiempos la amistad nos unía y fuimos leales, nos respetamos y tratamos con sinceridad, una sinceridad brutal que nos hizo escuchar cosas que no queríamos oír, y nos mantuvimos juntos.

Nos creíamos libres mientras nos atábamos el uno al otro. Un día tu boca despertó imantada a la mía y no hubo más que bocas abrazándose, reconociéndose, jugando a las escondidas como sería por harto tiempo más. Miramos con recelo la alegría, nos negamos ante el mundo y en un secreto hermoso fuimos completamente felices.

El infortunio es de quien lo busca y nosotros lo merecimos, la distancia fue espantosa, una desintoxicación lenta y dolorosa de los recuerdos que buscaban porvenires. Trajimos oscuridad al laberinto y tantos, tantos obstáculos que ha ratos se hizo eterno alcanzar el otro lado. Y como el sol que anuncia la retirada del invierno nos miramos. Fue primavera. Volvió la vida parecer insignificante sin el binomio que éramos, y así nos la hicimos.

Aceptamos lo que resultamos sin más objeciones que unas cartas, estábamos mejor preparados para sobrellevar la realidad. Vino así el frío de las noches entibiadas por la impotencia. Con el paso del tiempo fuimos invirtiendo en reproches, acentuando más las carencias. No supimos manejar muy bien la frustración y pronto dejamos de invertir en todo lo demás, luego ni reproches teníamos para ofrecernos. Fue tan triste, la realidad nos abofeteo, llego de pronto y se comió los planes, ¡todos!, fue cruel con nosotros, no hubo lugar por donde no se introdujera y el coste lo pagamos. Nos mostramos débiles, profundamente sensibles al otro. Estropeamos tanto durante ese tiempo, como si tú o yo hubiéramos podido cargar con la culpa, o como si la culpa existiera.

Desde entonces el contexto externo se ha empeñado en permanecer, y tanta noche fría me ha dañado los huesos, sin embargo te miro y lo sé, eres tú, y es que la sonrisa sale sola, como si tuviera alas y volara, un segundo, uno de una imagen y ahí está, y es que ya no importa tu presencia, es tu existencia lo que adoro. No imaginas la fortaleza que has entrenado en mí, ni la dureza bajo mi cáscara. Hay días que no amanecen por tu cara tapando el sol y tú no lo sabes, suelo creer que un sentimiento tan profundo no puede quedarse estático y espero lo sientas.

Ensamblar dos vidas como las nuestras ha sido un trabajo de relojero del cual nunca sabremos si colocamos todas las partes correctamente, y esa emoción nos revive. La esperanza de un beso tuyo repleta todos mis sueños y generalmente no necesito mucho más, pero debemos conversar, y es que te me has hecho escaso y me siento abatida. Se me perdió tu ausencia que al ser lo único que tengo no la veo y ya ni tus letras me alimentan. No hay crítica en esto que digo, sino un lamento.

No quiero saber más de tus días y acciones,            no más palabras, te quiero en silencio, o mejor silenciado, y recordar tu aroma,  no sólo eso, quiero guardármela, llenar y llenar espacios de ella, que me ayude en momentos como éste donde se me ha acabado. Saborearte y que el tiempo no sepa de reservas, que sean mi boca y tu cuerpo guante y mano. Y luego que seamos, felices como solemos serlo, pero que cuando lo estemos siendo lo sepamos, que la indiferencia no nos nuble ni el orgullo sea obstinado, dejemos al sentimiento ser inmenso, como hace tanto le debemos serlo.

Si el tiempo no te apremia, mucho para ti espera, y si tu egoísmo flojo anda ¡tanto de ti quiero! Recibe todo, que nada menos puedo, de mí.

01.12.2011

Transformo el dolor en cenizas
ya no hay sorpresa,
la costumbre pesa,
nada nuevo,
ni la emoción,
el vacío cavado
¿o siempre estuvo?

Qué triste abrir los ojos
y que el sol no renueve,
la miseria lleva siglos recitándose.

Que no se distinga
el rojo entre las manchas
o que se confunda entre ellas.
           
No quiero ser arqueóloga
de tus mentiras
ni blanco
de tus traiciones,
pero pasa…

Decides como si no estuviera
y accionas matándome
estar juntos es ser cómplice
más no compañera.
Volver la vista hacia atrás
es un ejercicio doloroso...

domingo, 22 de abril de 2012

¡Qué rajada de mente esta vidita!

Creo que el problema está en los cuántos y lo mala que siempre he sido con su cálculo.
Todo, en su fase externa está cuantificado a tal punto que lo cualitativo o interno siquiera tiene importancia.